El antiguo reclamo de los mapuches sobre restitución de tierras y mayor autonomía volvió a emerger de cara al plebiscito constitucional de este domingo, con sectores que creen en el proceso y otros que abogan por sus propios métodos para reconstruir la “Nación Mapuche”.
Como signo de resistencia, la “Wenufoje” o bandera mapuche ha acompañado las manifestaciones sociales que estallaron en Chile el 18 de octubre de 2019 y que desembocaron en el acuerdo político que posibilitó la realización del histórico referéndum.
Por primera vez de cara a este proceso está sobre la mesa la posibilidad de establecer “escaños reservados” para los indígenas y garantizar en una eventual nueva Carta Magna el carácter plurinacional de Chile, incluyendo a mapuches, aimaras y rapanui, entre otras etnias originales no reconocidas en la actual Constitución.
Sin embargo, entre los mapuches, que representan cerca del 7% de la población, aunque con niveles de pobreza que doblan a los del resto de la población, existen diferentes visiones respecto a este proceso.
“Lo valoro como un acto democrático que no había sucedido con respecto a qué tipo de sociedad se quiere construir, pero tengo ciertas dudas. Seguramente nos van a reconocer la lengua y la cultura, pero en el territorio jamás van a entrar y el gran problema es el territorio”, dice a la AFP el líder mapuche Juan Pichún.
“NO ES EL CAMINO”
Juan es lonko o líder de la comunidad de Temulemu, en Traigén. En 2011 firmó junto a otras dos comunidades un acuerdo para recuperar 2.500 hectáreas de manos de la empresa forestal Mininco, poniendo fin a 15 años de disputas marcadas por un violento desalojo en 1998 y por la detención durante cinco años por terrorismo del fallecido líder de la comunidad, Pascual Pichún, en un caso que llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos a condenar al Estado chileno.
Sobre terrenos ya recuperados, Juan Pichún cree que el plebiscito “no es el camino” para que los mapuches puedan acceder a sus tierras. Privilegia las acciones de resistencia o sabotaje a las empresas forestales, que ya les han permitido recuperar algunos de sus antiguos territorios, en el anhelo de reconstruir la “Nación Mapuche” y de poder allí rescatar sus tradiciones y espiritualidad.
En su caso ha unido esfuerzos con la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), un grupo que reivindica acciones de sabotaje sobre compañías forestales en tierras en las que hoy ejercen “control territorial efectivo”, es decir, donde los mapuches habitan y trabajan los campos.
Pero para el gobierno y agricultores locales, la CAM forma parte de los grupos radicales o “terroristas” detrás de algunos de los cientos de ataques incendiarios a colegios, camiones y maquinarias agrícolas ocurridos en los últimos meses en las regiones de La Araucanía y el Biobío, llenando de terror a la población y avivando consignas raciales.
“No somos un grupo de delincuentes; no somos vándalos, sino que un grupo de luchadores”, rebate Pichún.
OTRA FORMA DE CONVIVENCIA
Pero también hay mapuches que creen que el proceso constituyente es el inicio de un necesario debate en Chile.
“La nueva Constitución es recién el inicio del proceso para empezar a debatir la interculturalidad”, dice a la AFP el historiador mapuche Fernando Pairican, quien afirma también entender el temor y la desconfianza de algunas comunidades.
Este académico de la Universidad de Santiago adhiere a la tesis de que el proceso constituyente corre el cerco de lo posible en torno a la discusión de los derechos colectivos fundamentales de las comunidades indígenas. A la vez que reconoce “que hay una etapa de incertidumbre que en efecto puede jugar en contra para el movimiento mapuche”.
Pero para el abogado y experto en temas indígenas Salvador Millaleo, “estar fuera del proceso constituyente es una posición más bien acotada” dentro del mundo mapuche.
“La mayoría de las organizaciones indígenas se han plegado”, agrega a la AFP Millaleo, profesor de la Universidad de Chile.
La aspiración de los indígenas es lograr a través de este proceso una nueva convivencia con el resto de los chilenos. “La idea no es construir un estado diferente, sino tener otra forma de convivencia donde no exista una dominación por parte de Chile, sino que un tratamiento igualitario”, explicó.
No obstante, todavía no están asegurados los escaños indígenas en la eventual “Convención Constitucional”, que se abriría en caso de ganar la opción “Apruebo”.