El contundente resultado del pasado 11 de agosto que dejó virtualmente condenado al presidente Mauricio Macri -15 puntos porcentuales por debajo del candidato opositor, Alberto Fernández- significa también el regreso de la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner al poder como vicepresidenta. Esto último, una jugada maestra para los analistas, una paradoja porteña para otros.
Las esquirlas de este pesadilla para Macri saltaron afectando estrepitosamente a la bolsa de valores y otros mercados que no auspician para nada poder dar vuelta este partido para el mandatario y referente político coalicional de “Juntos por el cambio”, antiguo “Cambiemos”. Las semanas que vienen son una antesala de expectación no solo para los argentinos, sino para los gobiernos más liberales de la región que toman notas de una gestión cuestionada y los gobiernos populares que sacan lustre a sus programas sociales.
PASO “PERDIERON SU FINALIDAD COMO MECANISMO”
El historiador argentino y doctor en Estudios Americanos, Pablo Lacoste (en la foto), explica desde el país trasandino que el resultado que sorprendió a Macri y sus cercanos, ya estaba zanjado desde que Cristina Fernández decidió bajar su candidatura el 17 de mayo pasado y ceder su lugar a Alberto Fernández.Recuerda que al actual presidente se le ofreció lo mismo en vista de la impopular serie de medidas de austeridad que llevó adelante los últimos cuatro años, pero que él porfió en la idea de un segundo mandato. “Finalmente esto fue lo que lo llevó a un fracaso estrepitoso y encaminó a Argentina a una sobrerreacción de los mercados y a un nuevo gobierno en el que Alberto Fernández se perfila como, virtualmente, el futuro presidente”, señala.
Responde a quienes sostienen que estamos ante “un triunfo del Kirchnerismo” y especifica que el atributo triunfador fue la postura moderada, equilibrada y sensata que representa el ganador de las PASO, algo que, en medio de la crisis, aporta “una importante cuota de racionalidad a la política argentina”.
Los análisis de este hito también se centran en el sistema de elecciones, apunta. Las PASO fueron pensadas siempre como un mecanismo transparente y democrático de selección de candidatos de primarias en el que cada partido resolviese su proceso interno, pero al presentarse una sola lista por grupo esto se desvirtuó en desmedro de una genuina competencia entre candidatos de un mismo partido.
“Por esta razón perdieron su finalidad como mecanismo para las internas y pasaron a ser una especie rara e irregular de plebiscito que genera un espacio virtual. De aquí al 10 de diciembre, fecha en que asuma un nuevo mandatario, el país quedará acéfalo y en una especie de vacío de poder en el que Macri, presidente a cargo, ha perdido todo respaldo; y el ganador de las PASO no cuenta con legitimidad institucional. Es algo muy complicado que requiere un cambio de este sistema de elecciones”, señala el analista político y doctor en Historia de la Universidad de Buenos Aires.
ELECTORADO SENSIBLE A PROMESAS INCUMPLIDAS
En este escenario que desequilibra el auge de gobiernos liberales y de centro derecha en la región, se proyectan también nuevas jugadas y reacciones ante este hecho electoral. Este enfoque latinoamericano, en Lacoste, tiene saldo positivo para el equipo de los Fernández, el que aprendió del error de Lula en Brasil al dilatar al máximo una definición mientras trataba de resolver cuestionamientos políticos que, finalmente, facilitó la llegada de Bolsonaro al poder.
“Cristina escogió a un candidato para salir de la primera línea y privilegiar a una personalidad distinta a ella; que fue su ministro e impulsó una economía de equilibrio que brindó una primera etapa de gobierno muy popular y de consenso”, cree el argentino sobre la victoria de un peronista moderado.
En suelo chileno, el geógrafo y cientista político, José Orellana (en la foto), advierte que el electorado sudamericano suele ser muy sensible a las promesas cumplidas o incumplidas. En particular en países como Chile y Brasil, remarca se cuenta con el tiempo suficiente para comparar destinos y soluciones con miras a procesos eleccionarios respectivos. En esta materia, el reciente manejo de Jair Bolsonaro en materia de los incendios forestales del Amazonas, también parecen jugar en contra del mandatario brasileño.
Orellana, quien también es doctor en Estudios Americanos y docente de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, explica que “Macri y su coalición prometieron mejorar las condiciones objetivas de la vida de las argentinas y argentinos hace un periodo y demostraron que no pudieron cumplir ni remontar cifras de cesantía, pobreza y el desmantelamiento de servicios sociales clave para la población. El voto de castigo se hizo sentir en las PASO y pone en guardia al gobierno de Sebastián Piñera que resiente negativamente esta noticia en cuanto su eslógan de los ‘Tiempos Mejores’, que se encuentra lejano de la realidad de una importante mayoría de chilenos y chilenas”.
Se refiere al caso brasileño en el que Bolsonaro –agrega- ha reaccionado al éxito de la dupla Fernández y reconoce que este tándem también tiene una responsabilidad de agenda con los sectores progresistas de Brasil, con quienes se emparentan a través del Partido de los Trabajadores del caído Lula da Silva.
Orellana recuerda que el bastión de las izquierdas de Latinoamérica sigue siendo Bolivia, país que viene cuestionado en su proceso de reelección y donde Evo Morales tardó muy poco en reaccionar. “No quisiera que en Bolivia ocurriera lo que sucede en Argentina con un gobierno de derecha neoliberal que ha empobrecido a los argentinos y argentinas”, subraya.
Y añade que “curiosamente, ni siquiera fue necesario apelar al argumento marítimo para instalar una frase popular y cohesiva a un electorado siempre receptivo, donde el miedo a repetir pobrezas como la argentina, le puede jugar en contra a las aspiraciones de Carlos Mesa, el principal contendiente de Evo Morales”.
Orellana completa esta percepción, que instala la salida del oficialismo y la entrada de los Fernández, sumando un factor relevante para quienes no veían posible el regreso de la Sra. K al poder.
“Ella siempre contó con una administración asertiva a nivel de gobiernos internos, territoriales, respecto a los magros resultados del periodo macrista. Esto permite algo tan importante como soslayar los argumentos oficialistas que le permitieron anteriormente un triunfo y ejercicio del poder en el que destacó siempre los aparentes y documentados actos de corrupción del kirchnerismo y, en específico, de Cristina Fernández”, reflexiona el politólogo chileno.