Todos los que estudiamos un poco la economía sabemos que subir las tasas de interés ayuda a controlar la inflación. Tenemos claro que los años 2016 y 2017, los meses de octubre y noviembre han tenido una inflación relativamente baja y la inflación total y los indicadores subyacentes siguen por debajo de 2%, regresando al rango meta.
El Informe de Política Monetaria anunciaba un retiro del estímulo en los próximos meses. Más no tan pronto. Al saber que los riesgos para la inflación se percibían balanceados y observando que los tipos de interés en Estados Unidos, por ejemplo, se colocan en horizontes no observados desde el año 2011, provoca un poco de preocupación en el mercado respecto a cómo estos ascendentes niveles de tasa de interés pueden comenzar a impactar a la economía norteamericana. Ojalá que no comencemos una escalada parecida. El Banco Central (BC) argumenta que un inicio oportuno permite de este proceso permite proceder con gradualidad y cautela.
La Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional 2017 (Casen) mostró que el 10% más rico tiene 39 veces más ingresos que el 10% más pobre, en 2015 era 33,9 veces. Con esta desigualdad de los ingresos, un mercado laboral con baja contratación privada y con salarios que no suben, el encarecer los créditos, claramente golpea con mayor fuerza a los que menos tienen.
Ideal habría sido conservar esa mirada de austeridad y no subir la tasa, por lo menos por unos dos meses, ya que este hecho, finalmente termina siendo un pequeño desincentivo para seguir estimulando el crecimiento económico. A veces no hay que ser más papista que el Papa…
•Dr. Ulises Alarcón G.,académico Escuela Ingeniería Civil industrial, Universidad Austral de Chile, sede Puerto Montt.