La crisis sanitaria trajo consigo cambios en los comportamientos de los chilenos, adaptaciones a nuevas formas de relacionarnos con la tecnología y un sin número de hechos que modificaron la percepción ciudadana del quehacer político. Esta última junto con darle un respiro al gobierno, transformaron la gestión de los alcaldes y de las propias municipalidades, en una labor bien evaluada, tal como no se veía desde hace mucho tiempo en las encuestas y en la propia opinión de los vecinos.
¿Por qué?
Porque el trabajo de alcaldes y alcaldesas siempre ha sido conectarse con las personas en sus comunas y a través de los funcionarios públicos de las municipalidades, entregar soluciones prácticas a problemas urgentes.
En un mundo incierto donde las crisis se suceden unas a otras, la realidad y lo que aprieta el zapato se construyen por cada uno de nosotros. La velocidad de compresión y de gestión de cada situación pasa a ser clave en la percepción y evaluación positiva o negativa de ello. Es por eso que mientras muchos critican a los gobiernos de turno por llegar tarde con soluciones y al parlamento por haber perdido la calle; el mundo municipal se transforma en el órgano del Estado que de manera natural advierte las urgencias de los ciudadanos para luego encauzarlas.
Tal singularidad entrega a sus autoridades las capacidades fundamentales de representar y hacer, las que constituyen mecanismos eficientes de comprensión social y herramientas efectivas para mejorar la calidad de vida de las personas. Pero también grandes riesgos si el control se pierde sobre ellos. La irresponsabilidad al representar, debilita la capacidad de ejercer autoridad a un alcalde, al mismo tiempo que socava la solemnidad del cargo y la irresponsabilidad en el hacer, debilita la capacidad de gestión de la municipalidad, y la viabilidad económica del proyecto político.
A casi un año de las elecciones municipales en medio de una crisis sanitaria, una situación económica cuyos alcances todavía no se logran de dimensionar, sumado a un proceso constituyente con resultados inciertos; la evaluación positiva de los alcaldes y del sistema municipal dependerá absolutamente de mantener el buen ritmo de “hacedor”, la cercanía con los vecinos y el respeto por la labor y cargo que representan.
.Andrés Chacón R.,director ejecutivo de la Asociación de Municipalidades de Chile.
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