Las dudas sobre la participación de Rusia, acusada de dopaje institucionalizado, y el riesgo de canícula planean sobre Tokio-2020, a seis meses de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, el 24 de julio.
No obstante, la capital japonesa ha sabido evitar los problemas organizativos que tuvieron las anfitrionas precedentes. “Jamás vi a una ciudad olímpica tan bien preparada”, alabó el año pasado el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach.
Los trabajos de construcción o de renovación de las sedes olímpicas han cumplido los plazos y están casi acabados, y las entradas para el evento se venden como ‘churros’, incluidas las de los Juegos Paralímpicos.
Pero elementos externos podrían aguar la fiesta este próximo verano (boreal). Empezando por la exclusión de Rusia de toda competición internacional deportiva durante los próximos cuatro años, decidida el mes pasado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Rusia ha presentado un recurso ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) contra esta sanción de la AMA, que acusa a Moscú de haber practicado dopaje de Estado, manipulando los datos de los controles de sus atletas.
Evitar una ‘confusión total’
La decisión del TAS no se espera antes de mayo, es decir, a dos meses del inicio de los Juegos, indicaron a la AFP varias fuentes.
Bach desea que la decisión del TAS “no deje lugar a ninguna interpretación” con el fin de evitar una “confusión total”.
Durante los Juegos de Rio-2016, el COI dejó en manos de cada federación internacional deportiva la decisión de permitir o no la participación de los atletas rusos. Y durante los Juegos de Invierno de Pyeongchang-2018 (Corea del Sur), el COI suspendió a Rusia, aunque invitó individualmente a deportistas de ese país, haciéndoles competir bajo bandera neutra.
Más imprevisible aún que el porvenir de los deportistas rusos: la meteorología, que se ha convertido en un dolor de cabeza para los organizadores japoneses, que temen una posible canícula este verano (boreal).
En 1964 los Juegos se celebraron en Tokio en octubre, precisamente para evitar el calor y la humedad extremos que generalmente se instalan en la capital japonesa en ese periodo, un fenómeno que se ha agravado en los últimos años.
Algunos médicos han alertado de los riesgos de fallecimiento durante los Juegos como consecuencia de los golpes de calor, tanto para los deportistas como para los espectadores y el personal de los Juegos.
Las pruebas realizadas el pasado verano dieron a los organizadores una muestra de lo peor que podría pasar: la triatleta francesa Cassandre Beaugrand fue hospitalizada por una insolación, una docena de personas también sufrieron desmayos durante pruebas de remo, mientras que un obrero falleció a comienzos de agosto en unas obras olímpicas, muy probablemente por el calor.
Maratón deslocalizado
Tokio-2020 ha probado diferentes técnicas para luchar contra el calor: nieve artificial, pulverizadores de agua, nuevo asfaltado de las carreteras, distribución gratuita de abanicos y de toallas húmedas. También se han avanzado a primera hora de la mañana los horarios de diversas pruebas, para evitar el sol plomizo del mediodía.
Pero estas medidas no han convencido al COI para las pruebas del maratón y de la marcha, que finalmente se han deslocalizado a Sapporo, a 800 km al norte de Tokio, donde las temperaturas estivales suelen ser más clementes.
Esta decisión del COI no fue del agrado de Tokio. “Es una decisión sin acuerdo”, criticó en noviembre la gobernadora de la capital Yuriko Koike, que contaba con la prueba faro del maratón para promocionar su ciudad ante las cámaras de todo el mundo.
Los organizadores también preparan planes de urgencia en caso de catástrofe natural, ya que el archipiélago nipón está situado en una de las zonas con más actividad sísmica del planeta y con la amenaza de decenas de tifones, algunos de ellos muy violentos, que atacan cada año esas islas.
En octubre, el potente ciclón Hagibis provocó cerca de un centenar de muertos en Japón y la anulación de tres partidos del Mundial de Rugby, que se celebraba en esos momentos en el país asiático.
Pero todos estos obstáculos no parecen rebajar la determinación de los japoneses: “Haremos todo lo posible para que los Juegos sean un éxito”, aventuró la semana pasada ante los medios la ministra de los Juegos Olímpicos, la exatleta Seiko Hashimoto.