Diego Morata, director del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA). Académico del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Chile.
Este sábado 5 se conmemora el Día Internacional del Medio Ambiente y hablar de estos temas en Chile cobra ahora una especial relevancia, dado el contexto social y político al que nos enfrentaremos en los próximos meses. Los 155 convencionales constituyentes trabajarán en nuestra nueva Carta Fundamental, escrita desde un Chile en Democracia, con una sociedad empoderada y con fuerzas transformadoras para construir un país más justo e igualitario.
Existen varios aspectos medioambientales que se deben resguardar en nuestra nueva Constitución, y aunque a veces parecen ser muy evidentes, no deben ser relevados. Uno de ellos es la calidad del aire. El pasado mes de marzo la prensa informó que 4 de las 10 ciudades más contaminadas de Latinoamérica están en Chile: Coyhaique, Padre las Casas, Nacimiento y Rancagua.
Según la publicación, que reproduce un informe de la empresa suiza IQAir, Santiago es la 26° capital más contaminada del mundo, siendo la primera del continente. Además, se estimó que en este 2021 unas 850 personas morirían en la capital debido a la contaminación del aire y los problemas vinculados con esta realidad le costará a la ciudad US$580 millones.
Los instrumentos de gestión ambiental diseñados para hacer frente a estos problemas, como los planes de prevención y/o descontaminación, no sólo tienen serias dificultades en su proceso de diseño, elaboración, implementación y fiscalización, además no han contribuido con el cambio cultural que se requiere. Absolutamente todos los inviernos, en las ciudades del centro y sur de nuestro país, vivimos repetidamente las mismas imágenes y sufrimos en nuestros pulmones los mismos efectos relacionados con la mala calidad del aire que respiramos. La estación más fría del año está a la vuelta de la esquina y volveremos a ver un aumento de las enfermedades respiratorias. Esto trae consigo, lamentablemente, que ciudadanos y ciudadanas mueran en silencio como consecuencia de los problemas de salud asociados a la mala calidad del aire.
¿Es justo que tenga que morir tanta gente, de esta forma tan cruel, sin que el Estado ponga de una vez por todas recursos para solucionar los problemas? Porque justamente se solucionaría el panorama si, por ejemplo, se invirtiera la gran cantidad de capital que año a año Chile debe poner para paliar los problemas de salud relacionados con la contaminación, en desarrollar sistemas de calefacción distrital, tomando en cuenta que en nuestras ciudades del centro sur se sigue usando la leña como combustible para calefaccionar hogares.
Esto último conlleva dos problemas. Por un lado, ya es conocido el efecto que supone quemar madera para calefaccionar viviendas. Eso lo saben de sobra las personas que viven en el sur de Chile, donde la leña es la principal fuente para lograr temperaturas cálidas a nivel domiciliario. Pero, por otro lado, la quema indiscriminada de leña atenta contra la vida de nuestros bosques, ecosistemas que aportan a una mejor calidad del aire y al resguardo de nuestros suelos.
Debemos apostar como país a políticas que promuevan la calefacción segura, eficiente y amigable con el medio ambiente. Lo bueno es que la solución la tenemos bajo nuestros pies: uso directo de la geotermia. Son numerosas las ciudades de Europa que están migrando sus sistemas de calefacción urbana a calefacción distrital con geotermia. Es cierto que esta modalidad implica una inversión inicial grande, pero al ponderar el gasto anual que el Estado realiza para intentar darle solución a los problemas de contaminación atmosférica respecto a la inversión que se necesitaría para enfrentar el uso de leña como fuente principal de calefacción, la situación en nuestras ciudades se resolvería en el corto a mediano plazo.
El instrumento jurídico ya existe, por lo que solo faltaría la voluntad política. Es una apuesta como país. Debe ser un derecho el poder respirar aire puro y no morir en el intento.
Diego Morata, director del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA). Académico del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Chile.